Introducción



Aviones solitarios, ciudades bombardeadas, la locura en los ojos del Führer, grises fotografías, tazas de cereales, portadas de "Life", trenes subterráneos, sierras eléctricas,lunas pobladas de artefactos, estruendo de tranvías, cinematógrafos, yates y rubias, casinos y Ferraris, metralletas San Cristóbal, placas de zinc, taxis amarillos, reflectores entre los rascacielos, pantallas luminosas, grandes corporaciones, también a mí me alarma la pretensión de que con estas cosas se pueda tejer la poesía. Se me han impuesto, sin embargo, y he accedido dócilmente a la aventura riesgosa y seguramente fallida de escribir poemas sobre el siglo XX, con los personajes y los decorados del siglo, con los prosaicos lenguajes del siglo.
Discursos de ominosos histriones políticos, cartas, despachos de prensa, entrevistas,tonadas populares, en muchos de esos lenguajes he jugado a encontrar posibilidades patéticas. Hasta soñé con un poema que fuera una cuña publicitaria, con otro que fuera el catálogo de un almacén, pero esos poemas, sin duda posibles, no me han sido concedidos. Aquí están, de todos modos, viejas obsesiones de mi vida: Kafka, el horror del nazismo, la guerra, los dictadores del Caribe, Tolstoi, Borges, la muerte de Gaitán, Picasso, Virginia Woolf. Y, para comenzar, Nietzsche, pues fue bajo la luna de su agonía que comenzó este siglo, el peor y, por supuesto, el más entrañable de todos. 

W.O.



(C) William Ospina
Introducción a Con quién habla Virginia caminando hacia el agua.
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI

Ellos son poderosos



No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre.
No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados.
No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo los párpados.
No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto.
No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios.
No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca.
No digas que está bello el rocío que dulcemente cubre los campos,
porque en cada gota celeste inocularán pestilencia.


(C) William Ospina
Con quién habla Virgina caminando hacia el agua
Voz: María García Esperón
Música: Eleni Karaindrou
MMXI

Jorge Luis Borges despierta pensando en la muerte



El asombroso sueño aún no cesa,
Una vez más la oscuridad me alumbra,
Y alguien que calla vuelve en la penumbra
A urdir un talismán con su tristeza.
Una vez más en la infinita casa
Que brevemente habita nuestra pena
Vuelve como una blanca luna llena
A suspender el tiempo su amenaza.
¿Qué ciego ser que duda y tiembla y arde
Viene por el ustorio laberinto?
Realizaré por fin algo distinto,
Pero para saberlo será tarde.
Siempre esperando, y cuando al fin sea cierto,
Nadie vendrá a decirme que estoy muerto.




Diálogo de dos extranjeros que toman café en un salón de Berkeley




Diálogo de dos extranjeros que toman café en un salón de Berkeley

-¿Es verdad, señor Einstein, que ustedes, los científicos, creen en un mundo fuera de la conciencia humana?
-Hay una realidad más allá de nosotros. Toda verdad humana sólo deriva de ella.
-Ah, no diga usted eso. Yo sólo puedo hablar de lo que he percibido.
-Señor Tagore, escúcheme: la suma de los ángulos interiores de un triángulo sería igual a dos rectos aunque no hubiese humanos.
-¿Y quién puede probar semejante supuesto?
-La razón, pues sus leyes imperan para todos. Budistas, musulmanes, pielesrojas, albinos... nadie puede evadir los axiomas del mundo.
-Sólo porque aquí hay hombres son verdad esas cosas.
-¿Afirma usted entonces que si no hubiera humanos, el Apolo de Belvedere dejaría de ser bello?
-Sí señor, eso digo.
-Pues yo pienso otra cosa. Aunque todos muriéramos, y el sueño de la especie se borrara, fuera de nuestras mentes persistiría el mundo, y el mármol, ya invisible, guardaría su belleza.
-Entonces, señor Einstein, usted es mucho más religioso que yo.



El director de orquesta


¿Por qué vuelve a las manos ese libro olvidado justo cuando la vida iba a necesitarlo?
¿Por qué siempre encontramos el amor verdadero cuando íbamos buscándolo por caminos de engaño?
¿Por qué resurge, más feroz, el César?
¿Por qué la hija de Aspasia es nuevamente Aspasia?
¿Por qué hay cosas e instantes perdidos en los días que parecen de pronto darle sentido a todo?
¿Por qué florecen de sus ruinas los templos?
¿Por qué vuelve en los sueños la nariz de la Esfinge?
¿Por qué la dicha más fugaz puede borrar rebaños de insomnio?
¿Por qué sólo unas cosas del tiempo se alargan en recuerdos?
¿Por qué vuelve la muerte donde estuvo la muerte?
¿Por qué la última flor del horror es la belleza?
¿Por qué la última flor de la belleza es el horror?

Estas cosas me inquietan.

¿Por qué nuestro destino se parece tanto a nosotros?
¿Por qué el que tiene amor encuentra amor?
¿Por qué el que tiene espanto encuentra espanto?
¿Por qué el sueño nocturno nos redime del día?
¿Por qué siempre esos golpes en la puerta de Macbeth?
¿Por qué el bufón se borra cuando Lear enloquece?
¿Por qué están asustados los espinos?
¿Por qué están tan serenas las garzas?
¿Por qué es el agua dócil y concéntrica?
¿Por qué todos completos después de tantas muertes?
¿Por qué está Troya intacta en la memoria?
¿Por qué odiamos al bárbaro pero somos el bárbaro?
¿Por qué no desespera el caracol de su ritmo?

Estas cosas me inquietan.

¿Por qué tantos encuentros casuales?
¿Y por qué es tan difícil encontrar lo buscado?
¿Por qué después de tantos milenios industriosos vuelven a ser perfectos la hierba, el agua,
el aire?
¿Por qué nada se hunde definitivamente?
¿Por qué regresan a la luz los galeones dorados?
¿Por qué este mismo amor que hace tanto había muerto?
¿Por qué lo más precioso se pierde?
¿Por qué lo más precioso se salva?
¿Por qué siempre golpea la sombra donde más doloroso es el golpe?
¿Por qué sigue este puñado de vivientes, pequeño en los tobillos de Babilonia,intimando con ellos, uniendo su grito al dorado rumor de los muertos?

Mortales, ésta es mi respuesta: porque la vida no es camino ni escala,
porque la vida no es expiación ni justicia,
porque la historia no asciende hacia la plenitud, ni va buscando la verdad ni lo eterno,
porque hay una perfección en el abandono
y hay una perfección en el esfuerzo,
porque la salamandra no es menos importante que Shakespeare,
porque la vida es música.

Oración de Albert Einstein


Advierto con profunda perplejidad
que el hermoso guijarro que abandono en el aire
se precipita recto hacia la tierra.
Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
seria más bien la tierra lo que cae,
verde planeta que se precipita.
Para el soldado inmóvil
antes de halar la cuerda de su paracaídas
vertiginosamente asciende el mundo.
Y si al pasar el tren ante su cobertizo
el mendigo no viera los vagones
sino al niño que en ellos deja caer la manzana,
vería que la manzana toca el suelo
lejos del sitio donde el niño la suelta,
que la manzana cae oblicuamente.

Advierto que la firme realidad de este mundo
cambia de ser a ser, de conciencia a conciencia.
El gato observa las felinas estrellas.
Nunca verá el astrónomo
que mira el arco de la medialuna
el sobrehumano rostro que esa luna diadema
o esos pies de una virgen que la huellan.
Es tan sincero el mundo
que ni una piedra olvida tener sombra.
La memoria del prado
recuerda el rojo de las amapolas
y al primer soplo tibio lo despliega.

¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
¿Cómo agradeceré que las alondras canten
aunque Julieta las maldiga a todas?
Sé que esta luz de estrellas es más vieja que el mundo.
Que estas constelaciones son como un plano fósil
de lo que fue hace siglos el firmamento.
Sé que la masa enorme de los cuerpos celestes

altera el curso de la luz de la estrella
y que ese punto inmóvil que brilla en las alturas
innumerables veces se retorció en su curso,
trazó letras de luz en la piel de los siglos.
Todo rayo de luz porta antiguas imágenes,
y la energía es la terrible victoria
de la materia sobre el tiempo.
Las caprichosas nubes einstenianas
fulminan con sus rayos einstenianos los árboles
y rota la ecuación del vapor leve y del líquido peso
dulcemente se perlan las llanuras.
Me gusta el mundo dócil donde atrapo mis peces
con el anzuelo de un interrogante,
y pregunto en mi alma
cómo agrava la música la substancia del mundo,
qué es lo que escapa del violín y nos hiere.
Se marchita la música
en las elipses de la sinagoga
y Castor envejece más que Pólux.

Gracias, Señor, porque no tienes rostro,
porque eres rosa y dédalos de azufre
y muerte tras la herida y tras la muerte larvas
y previsibles astros tras los discos de eclipses.
Permíteme atrever mis inútiles fórmulas,
líricos mecanismos, serventesios de cuarzo,
trinos brotando de un vértigo de átomos.
¿Qué puedo hacer contra el ángel que altera?
¿Contra el que cambia todo azul en cianuro,
toda belleza en daño?

Algo mayor que el mal rige estos mundos.

Cada mañana pido a mi silencio
que el corazón gobierne al pensamiento,
y cada noche pido perdón a las estrellas.
Pero después olvido
y sé, mientras la luna danza en el pozo,
que Dios será sutil, pero no es malicioso.


Franz Kafka



Padre, le digo, dame tres granos de cebada para despertar al
durmiente.
Pero mi padre no responde:
es un enorme jinete de bronce, alto sobre colinas y sinagogas.
Madre, le digo, aparta tanta niebla,
muéstrame un rostro dulce, del que broten palabras ingenuas.
Pero ella se ha perdido por los callejones de piedra
y sólo encuentro en el espejo sus ojos inmensos.
Abuelo, digo entonces, ya no luches más con el ángel,
ven a contarme historias junto al fuego, mientras se hiela el Elba.
Pero el viejo me mira con ojos ausentes, y comprendo
que no es éste mi abuelo sino un viejo gitano que quiere venderme
un recuerdo.
Hermana, bella hermana, le digo,
toma mi mano que está oscuro en esta casa inmensa.
Pero a mi lado pasa una condesa polaca monumental y arrogante
y se escucha un violín, y se cierra una puerta.
Hermano, digo, qué bello cabalgas sobre el potro de madera y
de laca,
¿hacia dónde nos llevan estas tardes inciertas?
Pero él es sólo una imagen, una gris fotografía en mis manos,
y a lo lejos, atroces, los cañones resuenan.
Goethe, le digo, cántame una canción romana,
haz que yo sienta en mi corazón esta antigua tristeza.
Pero la tumba calla y sobre ella vuelan grises palomas
y no puedo abrir este libro porque sus páginas son de ceniza.
Milena, digo luego, tal vez tú puedas finalmente salvarme,
dime que soy de carne y de sangre, que esto que me atenaza es un deseo
Pero ella se afantasma entre miles de seres escuálidos
y apenas si percibo dos llamas que se apagan muy lejos.

¿Entonces es delirio todo esto? ¿A quién puedo llamar que me
salve?
Su reino es de este mundo. Todos están aceptados y absueltos.
Son demasiado humanos, son demasiado justos,
y yo no logro hablarles con mi estruendo de élitros.
y no aprendí a cruzar las puertas,
y no sé defenderme.

Si ves dos grises ojos de gato en la gótica noche de Praga
comprenderás que temo morir si me duermo.
Si oyes una canción en la gótica noche de Praga
comprenderás que intento saber dónde me encuentro.
Si oyes un corazón en la gótica noche de Praga
comprenderás quién sostiene todo este sueño.